Hace 33 años que se reguló en España la yodación de la sal para consumo humano (Real Decreto 1424/1983) con el fin de prevenir los trastornos ocasionados por déficit de yodo, y que la Consejería de Sanidad de Asturias, en colaboración con el Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Central de Asturias, puso en marcha un programa de consumo de sal yodada con varias campañas de promoción de su consumo en los hogares y con un uso obligatorio en los comedores escolares. Tras su implantación se evaluó la situación nutricional respecto al yodo en cinco estudios en población escolar1, y en el año 2000 se anunció la erradicación de la deficiencia del yodo en Asturias.
Coincidentes en el tiempo, otras comunidades autónomas que no tuvieron una política tan activa en la promoción del uso de sal yodada también alcanzaron una ingesta suficiente de yodo, tanto en los escolares que consumían sal yodada como en los que utilizaban sal sin fortificar2,3, lo que estaba originado por un aporte añadido de yodo a través del consumo de lácteos y sobre todo de la leche, que se puso de manifiesto en los estudios de las leches comercializadas en distintos países, incluido el nuestro4,5. Este aporte viene sucediendo en España desde los años 1987 y 1988 cuando se reguló la suplementación de la alimentación animal con yodo para evitar los trastornos por déficit de yodo en aves y ganados.
La concentración urinaria de yodo (yoduria) es un marcador de consumo reciente de ingesta de yodo y el valor de su mediana clasifica la adecuación de la ingesta de yodo en la población de estudio, que en el caso de los escolares se considera deficiente cuando la yoduria es <100 mg/L, adecuada (100-199 mg/L), superior a la recomendada (200-299 mg/L) y excesiva (³300 mg/L). En Asturias se verificó la relación de la yoduria con el consumo de lácteos en un estudio realizado en 2010 en escolares de 6 a 14 años6,7, observándose que el 27,6% consumía más de 3 raciones de lácteos/día (recomendación actual de 2-3/día) y presentaba una ingesta de yodo superior a lo recomendado. Como la población de 2 a 5 años presenta un mayor volumen de consumo de lácteos, se llevó a cabo un estudio para analizar su influencia en la ingesta de yodo en 2013 en el área sanitaria de Cangas del Narcea.
1. Delgado E, Díaz FJ, Tartón T, Bobis ML, Valdés MM, Méndez A. Erradicación de los trastornos por deficiencia de yodo en Asturias (España): 18 años de yodoprofilaxis con sal. Endocrinol Nutr. 2004;51(9):492-6.
2. Millón MC, Soringuer F, Muñoz R, Mancha I, Gómez-Huelga R, et al. Los determinantes de la yoduria en una población escolar del sur de España. Endocrinol Nutr. 2001;48:104-9.
3. Arrizabalaga JJ, Larrañaga N, Espada M, et al. Evolución del estado de nutrición de yodo en los escolares de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Endocrinol Nutr. 2012;59(8):474-84.
4. Soriguer F, Gutierrez-Repiso C, González-Romero S, et al. Iodine concentration in cow"s milk and its relation with urinary iodine concentrations in the population. Clin Nutr. 2011;30:44-8.
5. Arrizabalaga JJ, Jalón M, Espada M, Cañas M, Latorre PM. Concentración de yodo en la leche ultrapasteurizada de vaca. Aplicaciones en la práctica clínica y en la nutrición comunitaria. Med Clin (Barc). 2015;145:55-61.
6. Menéndez Torre E, Riestra Fernández M, Díaz Cadórniga FJ. Estudio sobre la situación actual de la nutrición de yodo en Asturias después de 28 años de yodoprofilaxis con sal. Informe. Oviedo: Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Universitario Central de Asturias; 2011. Patrocinado por Consejería de Sanidad, Consejería de Educación y Fundación para el Fomento en Asturias de la investigación Científica Aplicada y la Tecnología (FICYT). Disponible en la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de Asturias.
7. Mosquera C. Situación actual de la nutrición de yodo en Asturias. Informe técnico, no publicado. Oviedo: Consejería de Sanidad de Asturias. Dirección General de Salud Pública. Promoción de la Salud; 2014 y 2015.